Desde su inauguración en 1993, Anoeta acogió once grandes conciertos de bandas internacionales. El último fue en 2016, protagonizado por Bruce Springsteen. Las reformas del estadio provocaron que Donostia se quedase fuera de la ruta de los más grandes, algo que parece que se revertirá a partir de la inauguración de la temporada de conciertos en el recinto deportivo que protagonizará la banda de metal alemán Rammstein. El veterano promotor de GetIn Iñigo Argomaniz promete que será un espectáculo “insuperable”.
El último concierto en Anoeta fue el de Bruce Springsteen en 2016. También bajo la promoción de GetIn, será Rammstein este miércoles el que inaugure los grandes conciertos en el nuevo estadio.
Sólo hay tres o cuatro bandas en el mundo con un montaje a la altura del que traerá Rammstein para inaugurar Anoeta, por lo tanto, a nivel de show será insuperable.
¿Es cierto que viajan con 100 camiones?
Cerca de los 100 camiones. Llevamos trabajando desde el día 29. Normalmente suelen ser menos días de montaje, pero en esta ocasión estaremos unos diez. No nos ha dado para hacerlo todo con gente de aquí y hemos tenido que traer gente de Iruñea, Bilbo, Madrid, Barcelona...Hay que agradecer la colaboración de la Real Sociedad y del Ayuntamiento. También pido sensatez y paciencia a la gente, porque algo así no ocurre todos los años.
¿Y debería hacerse todos los años?
Deberíamos arrimar el hombro todos para que cosas como esta se puedan hacer una o dos veces al año. Ver el nuevo Anoeta lleno, ya sea con fútbol o con música, es una auténtica fiesta.
Rammstein pasa a engrosar una lista de bandas que han pasado por Anoeta tan potentes como Pink Floyd, U2 o Bruce Springsteen.
Desde que se inauguró Anoeta hace 30 años ha acogido once conciertos de grandes bandas internacionales: Depeche Mode, Bon Jovi, Pink Floyd, The Rolling Stones, U2 en dos ocasiones y Bruce Springsteen en tres. La respuesta del público, a excepción de Depeche Mode que fue a la mitad, el resto fueron por encima de 35.000 entradas de asistencia. Rammstein viene a ser una muesca más, pero en tres décadas no hemos hecho nunca un montaje como este.
¿Cómo se gestiona un montaje así?
Con la ayuda de mucha gente. Primero, con Doctor Music, que son nuestros nuestros socios en toda esta operación y con la que trabajamos desde hace años en grandes conciertos. Son una promotora número uno en España haciendo este tipo montajes. Es cierto que nos han pillado las obras del entorno de Anoeta que van a hacer que todo sea más incómodo, no sólo para los que montamos, sino para toda la zona de del barrio. Luego también, como he dicho antes, gracias a la ayuda de la Real Sociedad y del Ayuntamiento estamos sacando adelante un concierto con una logística tan complicada.
¿Es un concierto para viejos metaleros o rockeros o también para la gente joven?
También para nuevas generaciones. Rammstein ya estuvo en Donostia, en Illumbe y dejó un recuerdo increíble. Es una de las bandas más potentes del mundo del rock y no hay tantas que puedan llenar estadios y con Rammstein estamos a punto de agotar. Hemos vendido más del 90% y en los pocos días que quedan rozaremos el sold out.
Siendo a mitad de semana, se podría pensar que un lleno es más difícil.
No era tan fácil como, evidentemente, un viernes o un sábado. Hubiéramos tenido una respuesta más rápida. Pero, hombre, meter el 37.000 personas en un estadio con un grupo de rock es impresionante.
Luego dirán que el rock ha muerto.
No, no. Tenemos que ser conscientes que mientras Rammstein toca aquí, AC/DC llena dos estadios en Sevilla. Y, muy importante, Rammstein tiene las 50.000 entradas de Barcelona vendidas.
¿Cómo será el espectáculo que ofrezcan?
Desde sus inicios han venido trabajando con fuegos artificiales, con un sonido potente, con imagen, con plataformas... Cada canción tiene una performance. Con anterioridad metimos a Rammstein en Illumbe y también en el BEC, donde caben15.000 personas, que no tiene nada que ver con traer 35.000 a Anoeta.
Antes de anunciar el concierto de Rammstein, durante mucho tiempo se especuló con la posibilidad de que Bruce Springsteen tocase en Donostia por cuarta vez...
Bruce Springsteen estuvo muy cerca de venir de nuevo, pero no hubiese sido el primero en tocar en el nuevo Anoeta, porque Rammstein ya estaba confirmado. Hacer un concierto en el estadio es muy costoso y cuando se hacen dos se dividen algunos costes y esos más es bastante más factible.
Más allá de cuestión de producción y montaje, ¿Rammstein ha pedido algo especial?
No, quitándole un poco de glamur a las cosas, este tipo de bandas cuando viajan lo que quieren es que no les repercuta el cambio de países, ni en lo que se refiere a la comida, ni en nada. Por eso, llevan de todo consigo.
Hablamos de Rammstein el miércoles, pero GetIn organizó el concierto de Robe en Irun y el de Tulsa en el Dabadaba el pasado viernes, el monólogo de Pablo Ibarburu ayer en el Kursaal, el 14 de junio tienen a Melendi en Illunbe...
Hay muchas cosas y quizá a Donostia le falta un espacio para acoger espectáculos para 8.000 o 10.000 personas. Pero sí, hay mucha actividad de conciertos gracias a que quedan algunas salas y algunos clubs, aunque cada vez menos. No sólo tenemos que mirar a los grandes espacios, como ciudad tenemos que cuidar también a la cantera, algo en lo que ayuda la labor que hacen el DOKA, el Dabadaba, Le Bukowski o la sala de Kutxa en Tabakalera. Bebop dejó de programar y es una barbaridad que hayamos perdido Altxerri. Hay que mirarlo e intentar que haya también una sala de entre 600 y 800 personas.
En el último tiempo, a falta de Anoeta, Donostia se había quedado fuera del circuito de grandes conciertos. Paradójicamente, también de los de mediano tamaño al no haber salas.
Falta algo como el Kafe Antzokia o la sala Santana de Bilbao, la Totem de Iruñea o la Jimmy Jazz de Gasteiz. De las cuatro capitales de Hegoalde, Donostia es la que menos aforo tiene. Y lo que me preocupa no es solo el aforo, es que las salas que permanecen abiertas empiezan a tener dificultades. Tiene que haber una reflexión: importantes son todos los conciertos, no sólo los de Anoeta. Y la gente se tiene que acostumbrar a descubrir bandas desde abajo. No olvidemos que Radiohead tocó en el polideportivo de Anoeta con 1.000 personas, que Moby tocó en la sala Keops con 300 personas antes de convertirse dar un salto y tocar ante 10.000 en Biarritz.
Donostia parece vivir, también en el aspecto cultural y musical, al filo de la navaja, cualquier día puede acabar muriendo.
Es un debate que me apasiona y es un debate que va a tener que tomar las instituciones. No puede quedar sólo en la empresa de privada el peso de tener que hacer esto. No solo tiene que haber salas de conciertos, tiene que haber clubs de jazz, de pop, de rock... Y tiene que haber ayudas institucionales y no considerarlos sólo hostelería, sino centros de cultura y de inquietudes. Una ciudad es rica cuando vas a un club o una sala y descubres bandas nuevas tocando. Hoy en día, en Donostia, la oferta de este tipo es muy pequeña.
GetIn prepara un nuevo encuentro musical en la ciudad, Miramar Gauak. Conciertos al aire libre y con un cartel muy variado.
Para ser el primer año estamos muy contentos. No voy a engañar, es un proyecto ambicioso y de gran riesgo. Queremos hacer un tipo de concierto diferente, que sea un festival de boutique, en el que las 1.800 personas que estén allí se sientan cómodas y puedan ver cuatro artistas cada día. Hemos procurado hacer cosas muy distintas desde la africana Lura o Juan Mari Beltrán, que va a hacer algo muy bonito con dantzaris coincidiendo con el solsticio de verano. Tendrá un parte gastronómica con Bokado y Polo Loco. La ayuda de la gente del Kursaal, que maneja el Palacio Miramar, y del Ayuntamiento está siendo increíble. Queremos hacer algo muy cuidado y diferente a lo que están siendo los festivales hoy en día.
Iñigo Argomaniz, durante la entrevista. Ruben Plaza
Los festivales hoy día no tienden a lo ‘boutique’, todo lo contrario. La masificación es lo que impera.
Tienen que existir esos conciertos, van a seguir insistiendo, pero nuestro objetivo era intentar que el público estuviera cómodo: que pueda ir andando al recinto, que tenga servicios, que pueda beber y comer tranquilamente y que pueda irse con una sonrisa. Ese es uno de los problemas de muchos los festivales, la masificación, la incomodidad y no tratar muy bien al público.
¿Miramar Gauak bebe espiritualmente de las Noches del Botánico de Madrid?
Totalmente, es el ejemplo perfecto en el que la musicalidad es el centro de todo. Queremos que la gente esté escuchando música y que la disfrute. El Botánico de Madrid será el lugar más cómodo para disfrutar grandes conciertos que yo haya visto en los últimos años.
Uno de los fenómenos que se da ahora en los festivales y conciertos es que la gente que acude no para de hablar y atiende poco. ¿Qué opinión le merece?
Miramar Gauak tiene que ser otra cosa. Combinar grandes artistas con otros emergentes y programar a Iván Ferreiro, Andrés Calamaro, Maren, Paul Alone, La Oreja de Van Gogh, Niño Josele y verlos allí frente a La Concha mientras te tomas algo tiene que ser una auténtica gozada.
Lo que ocurre es que en la sociedad actual parece que los conciertos no son para disfrutar sino para contar.
Hay en festivales y también en salas de conciertos que la gente habla hasta que suena el hit o los hits de la banda. Esto no es un problema de la música, es un problema de la sociedad y de las redes sociales, a las que todos estamos enganchados. Me gusta reflexionar sobre hacia dónde irá esto. Tras crearse la fast food, vino la slow food y me imagino que algo así también pasará con los conciertos.
Cuando Dylan vino al Kursaal prohibió el uso de teléfonos móviles.
Sí, y no vi a nadie quejarse porque les hubiese quitado el teléfono para asistir a dos horas y pico de show. Podemos hacer y estoy seguro que en un futuro se prodigarán este tipo de medidas.
